viernes, 27 de mayo de 2016

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    Ya no mira atrás. En su memoria todo se confunde. Siempre hablamos de la vida. La vida es así...es inevitable...lo que nos depara...las circunstancias han sido esas...Para ella esas palabras eran nichos vacíos, acaso alacenas huecas, esperanza por convertirse en alegres despachos de casi todo lo necesario. Y llegaban más frases: lo pasado pasado esta...debes seguir adelante...la vida es así...
Pero nadie sabía verdaderamente por lo que había pasado, lo que le había llevado a esa situación de silencio, estruendoso en su interior, desierto hacia el mundo. Porque nunca es como lo creemos ver.
No te preocupes el tiempo lo cura todo. Más y más frases...sin sentido.
    Ocurrió de forma tan fugaz que recordar luego los hechos no era fácil. Y le daba rabia tener lapsus en ese tiempo que solo era suyo y quería guardar eternamente en su memoria. Al principio su comportamiento fue lo que habitualmente llamamos normal: hablaba, sonreía, escuchaba, pero fue cayendo en una apatía y escondiéndose en su interior. Todos sus amigos y familiares notaron esa mutación. Ella asentía - no os preocupéis por mi, se me pasará-. Hasta que fue inevitable su traslado en busca de ayuda.

     Han pasado doce años, Marisa es una gran mujer. Aprovecha todos los huecos que la vida le da para repartir su felicidad y contagiarla. Pero una vez a la semana, nadie sabe donde esta. En un rincón de su ciudad, en un tejado olvidado, en una callejuela vacía hasta de gatos, apoya su memoria y vuelve a ver amanecer junto a Antonio.
 

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