sábado, 30 de octubre de 2010

100 años de mi paisano Miguel Hernández

Hoy 30 de octubre de 2010, hace cien años, que en la calle San Juan de Orihuela nació mi "amigo del alma" Miguel Hernández Gilabert, para qué contaros su vida, muchos ya la conocéis y sino para eso están sus biografías, estudios, ensayos y demás.
Quiero hablaros como oriolano que nació a escasos 50 metros de donde él lo hizo, como oriolano que mudó siendo un pequeñajo de casa, como oriolano que estudió en el colegio de Santo Domingo, como oriolano que desde bien pequeño tuvo que trabajar junto a su padre y sus hermanos en el campo, como oriolano que ama los libros y la lectura, como ciudadano del mundo que ama la libertad y el amor ante todo lo demás.
Ya sé que muchos, quizás demasiados, estáis cansados de tanto Centenario, musicales, recitales, presentaciones, congresos y demás parafernalias. Ese es el rumor que escucho habitualmente por las calles donde paseó nuestro vecino, y me pregunto: si no hacemos todo eso ¿cómo se celebra un centenario? Ah, bueno, que lo hagan los de Elche. Total (dirán muchos) si era un rojo. Miguel, te digo, yo quisiera ser rojo como tú.
Por mi trabajo (para quien no lo sepa, soy librero)tengo la gran suerte de ser el embajador de Miguel en su propia ciudad y me encuentro: un joven de Jaén que viene andando hasta la ciudad donde nació un soñador, un octogenario fraile holandés que busca con ahínco entre las huellas de sus calles y sus casas las palabras de Miguel, una joven escritora venezolana que entra al huerto de la casa de Miguel y rompe a llorar, un poeta suizo que conoció a Miguel solo hace cuatro años, pero necesitó embarcarse en la odisea de traducirlo al francés y de presentar su libro por primera vez en España en la ciudad que lo vio nacer(¿quién fue a esa presentación? -pasé lista-), unas simpáticas amas de casa barcelonesas que por nada del mundo se perderían escuchar a Serrat en su último concierto homenaje a Miguel en su ciudad.
Todos ellos conocen a Miguel, y han conocido a Orihuela a través del autor con más garra de la generación del 30 o como quieran llamarla los filólogos, a mí eso me da igual.
No podemos,ni debemos dejar que otra oportunidad pase ante nuestros ojos sin aprovecharla en el bien común de todos. A Miguel, por desgracia, ya no lo podemos resucitar, pero le debemos, como poco, ser sus abanderados ante todos y ante todo.
En pleno siglo XXI pensar todavía en clave de color político, ante la figura más grande que nos ha dejado a todos los oriolanos el siglo XX, se me antoja hasta ridículo, cuando no estúpido.
Hace 100 años nacía en Orihuela un niño que quería ser feliz, jugar, y soñar con una vida dichosa y alegre. Pero la política y la sociedad de entonces no lo dejo. Ahora, cien años después, Miguel, seguro que querría lo mismo: dejadlo, dejadle su esperanza, para que su sueño de ser poeta se siga cumpliendo.

2 comentarios:

José María Piñeiro dijo...

La perspectiva que defiendes debería ser el verdadero homenaje de todos a un autor como Hernández.

José María Piñeiro dijo...

La perspectiva que defiendes debería ser el verdadero homenaje de todos a un autor como Hernández.